Curiosidades de la Historia

jueves, 15 de marzo de 2012

La expulsión de los Moriscos



Aquí podéis terminar de ver el documental sobre la expulsión de los Moriscos que hemos comenzado hoy en clase. A continuación, responded a las siguientes preguntas:
  • ¿es lo mismo mudéjar y morisco? Justifica tu respuesta.
  • ¿de qué se les acusaba para justificar su expulsión del Reino?
  • Enumera algunas de las aportaciones musulmanas que a través de los Moriscos perviven en nuestra sociedad actual.
  • ¿cuál era su actividad fundamental?
  • ¿eran de origen extranjero o por el contrario habían nacido en la Península? Explica y argumenta tu respuesta.
  • ¿cuáles fueron los destinos de los expulsados? ¿fueron bien acogidos?

Los movimientos sociales en la España Contemporánea

Aquí os dejo este clip de Youtube en el que podemos ver de manera condensada y muy clara el ideal anarquista y cómo prende en el campesinado particularmente andaluz de principios del siglo XX español. Una vez visto el vídeo, intentad condensar en pocas palabras lo que transmite el personaje central respecto al Anarquismo, de esa manera podremos plantear una reflexión interesante en clase sobre cómo eran las condiciones del campesinado español y por qué el anarquismo da respuestas a este colectivo y al conjunto de las clases más desfavorecidas de la sociedad de principios de siglo en España.

viernes, 9 de marzo de 2012

Actividades periodo de Restauración

Aquí os dejo un enlace con actividades que os ayudarán a repasar el tema de " La Restauración ". Podéis dejar vuestras respuestas a través de los comentarios. No olvidéis poner vuestro mail si deseáis que os responda con las correcciones.
                          Cortesía de :
La Crisis del Estado Liberal. Ejercicio final de resumen obligatorio
- En este amplio texto se indican los factores que determinaron la crisis del Estado liberal, es decir, del sistema de la Restauración. Elabora un resumen en el que organices estos elementos, los expliques utilizando un mapa conceptual para cada uno (causas-manifestaciones-consecuencias) y pongas como ejemplos fragmentos de los textos que aquí se presentan
“La crisis de la monarquía española y la instauración de la República forman parte de un proceso de crisis general europea, aunque la relativa marginación de España lo define con caracteres propios. [...] El origen de esta crisis de Estado debe buscarse tanto en el desmoronamiento por razones internas de la Monarquía como en el amplio movimiento popular que creció a medida que la Dictadura militar implantada en 1923 cegaba todas las salidas que habrían posibilitado a la Monarquía recuperar la legitimidad política perdida al violar la constitución de 1876. Por consiguiente, la palabra crisis debe entenderse en este contexto como momento final de un largo proceso de deterioro: en la sociedad española de 1930 no quedaba nada que sustentara activa y eficazmente a la Monarquía.
Aunque los dirigentes de la coalición republicano-socialista que ocuparon el poder en abril de 1931 celebrasen su triunfo como una revolución, es cierto, sin embargo, que la Monarquía no fue derrocada por medio de una toma revolucionaria del poder. La Monarquía sucumbió ante la clamorosa falta de apoyos sociales e institucionales que se puso de manifiesto con motivo de unas elecciones locales: fue más una caída que un derrocamiento; más un abandono que una derrota. Su fin como forma política del Estado español fue el resultado de una crisis interna de ese Estado más que la fuerza de una oposición organizada y con bases sociales para ocupar el poder.
Alfonso XIII, con sus continuas injerencias en la vida de los partidos dinásticos, primero, y con su complaciente apoyo a la Dictadura militar, después, había colaborado activamente a la destrucción de los partidos políticos (conservador y liberal) que habían proporcionado a la Monarquía durante cincuenta años (1876-1923) su clase política. Los viejos líderes de los partidos conservador y liberal fueron incapaces de reconstruir unos partidos con base popular y fracasaron en sus intentos de proponer soluciones para encontrar una salida política ala crisis de la Monarquía [...]
Pero la crisis de poder político alcanzaba niveles más profundos que la carencia de partidos [...] .Los partidos de la Restauración funcionaron como organismos centrales de una red de caciques locales en los que descansaba finalmente el verdadero poder social. Pero, en 1931 el caciquismo era insuficiente para sostener el Estado, porque las mayorías se expresaban ya en las ciudades donde la manipulación caciquil era prácticamente imposible.
Otro elemento de la crisis fue el desarrollo de los movimientos nacionalistas, sobre todo, en Cataluña y el País Vasco. Ello era una consecuencia del sistema centralista y a los límites del proceso uniformizador emprendido por el Estado liberal que provocaron como reacción el resurgir de las tradiciones culturales especialmente vinculadas al hecho lingüístico diferencial. A ello se añaden las crecientes diferencias regionales que generan intereses divergentes y que restó apoyos de las burguesías periféricas al Estado.
No dispuso tampoco la Monarquía del apoyo eficaz de las instituciones que eran tradicionalmente en España depositarias del poder ideológico y del poder militar. El rey podía contar, como siempre, con la fidelidad de la Iglesia católica que le guardaba reconocimiento por haber restaurado parte de su tradicional posición en la sociedad. Pero la Iglesia era entonces una institución que acababa de librar una dura pugna con el liberalismo y el socialismo y que, por tanto, había perdido la posibilidad de influir entre las clases medias urbanas y los obreros encuadrados en sindicatos socialistas y anarquistas. Los intelectuales habían sustituido a la Iglesia durante el primer tercio del siglo XX como fuente del poder ideológico.
Más decisivo fue aún para la defensa del régimen en momentos de apuro el apoyo de la institución militar. Pero con los militares le ocurrió al rey Alfonso algo similar a lo que le había ocurrido con los  políticos. Su personal gusto por el mando, la concepción de su función como la de rey-soldado, las aventuras coloniales, su recurso al Ejército para mantener el orden público y, finalmente, el paso decisivo de utilizar la corporación militar para el gobierno del Estado acabó por crear en amplios sectores militares una extendida desafección cuando no una clara hostilidad hacia el monarca. En resumen, la Monarquía estaba aislada.
Tal aislamiento era el resultado de una crisis política, pero también la expresión de un cambio de sociedad. El sistema de poder de la Restauración, definido con exactitud como una oligarquía sostenida en una trama de caciques locales, solo podía sostenerse en una sociedad mayoritariamente rural, sin centros industriales, con un limitado mercado nacional, con reducidas clases medias urbanas y clase obrera. En tal sociedad no fue difícil a una minoría de notables de la aristocracia, de los negocios y de la política controlar el ejercicio del poder por medio de la exclusión de las mayorías, garantizada en los orígenes del sistema gracias a la restricción del sufragio y, luego (tras la aprobación del sufragio universal), por un pacto explícito de esos grupos de notables de alternarse en el poder por medio de la corrupción sistemática de las prácticas políticas y de la institucionalización de redes caciquiles de poder local. Ese sistema comenzó a deteriorarse con la crisis del 98 y recibió una fuerte sacudida con la de 1917. En la imposibilidad de reconstruirlo sobre bases sólidas, el rey prefirió sostener a la Monarquía, no ya sobre fuerzas procedentes de la sociedad civil sino sobre la corporación militar [estableciendo la dictadura de Primo de Rivera en 1923]. Cuando ésta fracasó en sus proyectos de institucionalizar un régimen autoritario (1930), el rey no encontró nada en la sociedad civil sobre lo que edificar una Monarquía constitucional.
La crisis de poder que dio origen a la República fue, por tanto, consecuencia de la falta de integración de amplios sectores en el sistema político monárquico. En su trayectoria durante el siglo XX y, sobre todo, desde la crisis de 1917, la Monarquía no fue capaz de integrar en sus instituciones a la clase obrera, a las clases media ni tuvo el apoyo activo de las burguesías.
Ese carácter de la Monarquía favoreció decisivamente la causa  republicana, cuya propaganda pudo presentar de manera harto convincente a la institución monárquica como ajena a, y enemiga de, la nación. Frente a la Monarquía aislada y sin apoyos sociales, el ideal republicano se presentaba, pues, como una revolución en el Estado -una revolución política- y como un instrumento para la reforma de la sociedad. No se trataba únicamente de cambiar al rey para que todo siguiera igual, sino de liquidar la institución que impedía el progreso de la nación para que todo cambiase.
La instauración de la República no sería ya la obra de unos comités de conspiradores ni de una militarada. Sería por el contrario, producto de la manifestación inequívoca de la voluntad popular. Las elecciones municipales de abril de 1931 pusieron en manos de los republicanos la posibilidad de organizar lo que fue, de hecho, un plebiscito sobre la Monarquía. El pueblo, finalmente, pudo manifestarse de forma libre: el rey debía marcharse. A las pocas horas de haber manifestado esa decisión, se proclamaba la República.
En resumen, el movimiento republicano abarcaba como era propio de los movimientos antimonárquicos típicos del XIX al pueblo urbano: obreros, patronos y clases medias. Contaba con el apoyo de militares radicalizados y con la complacencia de algunos sectores de la burguesía. Se proponía el derrocamiento del rey y la instauración de un régimen de libertad y democracia que fuera la expresión de la soberanía nacional. Pero al integrar a la clase obrera y a los sectores radicalizados de las clases medias, ese movimiento pretendía también una profunda reforma de la sociedad. Naturalmente, por lo que respecta a los concretos programas de gobierno, una coalición tan heterogénea no podía estar de acuerdo más que en la afirmación de la República y en vagas proclamas sobre el progreso de la nación y la libertad de sus pueblos.”
JULIA DÍAZ, S. (1991): Historia económica y social moderna y contemporánea de España, Madrid, UNED, vol. II, pp. 36-39.

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