Curiosidades de la Historia

martes, 18 de septiembre de 2012

El final del Antiguo Régimen

LA REVOLUCIÓN POLÍTICA EN LA INDEPENDENCIA DE LOS ESTADOS UNIDOS


La GUERRA DE INDEPENDENCIA DE LAS TRECE COLONIAS fue una GUERRA  (tras la que consiguen la independencia de Gran Bretaña dando lugar al nacimiento de los Estados Unidos) y una REVOLUCIÓN.  Al inicio de la Guerra, se aprobaron algunos textos que suponían una auténtica revolución política pues reconocían a las personas unos derechos "inherentes" e "inalienables" además de afirmar que la soberanía residía en los gobernados. De los textos citados se pueden destacar la Declaración de Derechos de Virginia y  el preámbulo de la Declaración de Independencia. Estas nuesvas ideas políticas cristalizaron en la Constitución de 1787 que recogía los principios del Liberalismo Político.


DECLARACIÓN DE Derechos DE  Virginia (12 de junio de 1776)
“1. Que todos los hombres son, por naturaleza, igualmente libres e independientes, y que tienen ciertos derechos inherentes de los que no se puede privar o desposeer a su posterioridad por ninguna especie de contrato, cuando se incorporan a la sociedad; a saber, el goce de la vida y la libertad son los medios para adquirir y poseer la propiedad y perseguir y obtener la felicidad y seguridad.
3. Que todo poder está investido por el pueblo y, por consiguiente, deriva del pueblo (...)
4. Que ningún hombre o grupo de hombres tiene derecho a privilegio o ventajas exclusivas o separadas de la comunidad (...)
12. Que la libertad de prensa es uno de los más grandes baluartes de la libertad y no puede ser restringida sino por un gobierno despótico”.   


PREÁMBULO DE LA DECLARACIÓN DE INDEPENDENCIA DE LOS ESTADOS UNIDOS

Sostenemos como evidentes por sí mismas dichas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre éstos están la Vida, la Libertad y la búsqueda de la Felicidad. Que para garantizar estos derechos se instituyen entre los hombres, los gobiernos derivan sus poderes legítimos del consentimiento de los gobernados; que cuando quiera que una forma de gobierno se haga destructora de estos principios, el pueblo tiene el derecho a reformarla, o abolirla, e instituir un nuevo gobierno que se funde en dichos principios, y a organizar sus poderes en la forma que a su juicio ofrecerá las mayores probabilidades de alcanzar su seguridad y felicidad. La prudencia, claro está, aconsejará que no se cambie por motivos leves y transitorios gobiernos de antiguo establecidos; y, en efecto, toda la experiencia ha demostrado que la humanidad está más dispuesta a padecer, mientras los males sean tolerables, que a hacerse justicia aboliendo las formas a que está acostumbrada. Pero cuando una larga serie de abusos y usurpaciones, dirigida invariablemente al mismo objetivo, evidencia el designio de someter al pueblo a un despotismo absoluto, es su derecho, es su deber, derrocar ese gobierno y proveer de nuevas salvaguardas para su futura seguridad y su felicidad.

Cortesía de


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